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El Huarache

Voz y Huella del Mezquital

Pacula y Vicente Guerrero: del rencor en vida al descanso en el mismo camposanto

Un relato de la señora Catalina Peña Rosas.

Pacula, Hidalgo, 7 de enero de 2025. Hace décadas, en Pacula, la unidad social y la organización política era un principio irrenunciable. Tal era su importancia que aquellos que desafiaban las normas eran condenados al exilio, un castigo tan severo como simbólico. El proceso, conocido como «purgatorio», consistía en enviar a los disidentes a un lugar llamado Presidio, un monte apartado, rodeado por una laguna que las lluvias solían llenar.

Para los exiliados, el regreso era casi imposible. Intentarlo implicaba el riesgo de ser apedreados si trataban de cruzar la laguna nadando o de rodear el monte. Según se cuenta, más de una persona vivió este destino, y con el tiempo, el monte dejó de ser un paraje desolado para convertirse en un lugar habitado, repleto de casas.

Sin embargo, el rencor y el estigma de aquellos años perduraron, al grado de transmitirse a generaciones enteras. Catalina Peña Rosas, nos relata cómo incluso la muerte no lograba reconciliar a los vivos.

«Pacula y Vicente no se querían, y terminan en el mismo camposanto», decía un sacerdote, recordando con ironía cómo todos los difuntos, independientemente de sus conflictos en vida, compartían el mismo cementerio al final de sus días.

El nombre del lugar, Vicente Guerrero, es hoy sólo un título oficial, concretado en el periodo de gobierno de don Abertano Lara Reyes, pero el apodo Presidio sigue siendo la sombra de aquel purgatorio, un recordatorio de los tiempos en que ser diferente significaba ser apartado.