• Mié. Feb 12th, 2025

El Huarache

Voz y Huella del Mezquital

A sus 52 años Elvira Santiago destaca como estudiante universitaria en Chilcuautla

Elvira Santiago Domingo es una mujer originaria del Distrito Federal, con residencia en Chilcuautla desde hace más de dos, sin embargo, cuenta que para muchas personas adultas la pandemia impuso grandes retos, como el conseguir o mantener un trabajo. En su caso, al no encontrar trabajo decidió mudarse al municipio de Chilcuautla, donde ya vivía una de sus hermanas, llegando así a vivir en la comunidad de El Zapote. El primer empleo que consiguió fue en un invernadero de jitomate en La Estancia, donde estuvo 6 meses, tiempo en que conoció a una compañera que fue egresada de la primera generación de la Universidad del Bienestar Benito Juárez (UBBJ). Su amiga la le contó cómo era la universidad y esto le interesó, a grado de acudir a la institución en la búsqueda de más informes.


Elvira Santiago menciona que los administrativos y docentes de la universidad fueron muy accesibles, le proporcionaron información y sin impedimentos formó parte de la comunidad estudiantil. “No creí que me fueran a admitir, hace 23 años cursé mi último grado de estudios”, declaró.
Elvira tiene estudios técnicos en laboratorista en farmacia y cursó los primeros semestres de Ingeniería Química Industrial en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), más su situación económica no le permitió darle continuidad. Luego se convirtió en esposa y mamá, “son facetas de la vida, la viví y me gustó, más siempre quedó mi faceta de estudiante truncada. Siempre fui una alumna regular con sed de aprender, desde luego que estar casada y con hijos no es un obstáculo, quizá es más complicado, pero yo quise darles mi atención”. Explicó que hace 20 años inició el sistema de estudios abierto más no incluía carreras de ingeniería, como las de su interés. En años más recientes se han implementado carreras en línea, más tampoco fueron de su predilección, hasta ahora “me han dado la oportunidad y la he tomado”.
La estudiante universitaria cursa el quinto semestre, de ocho que contempla el programa académico, y con el entusiasmo que tiene logrará egresar como alumna de la cuarta generación. No obstante, este tiempo encierra esfuerzo, obstáculos, trabajo y también satisfacciones.
Los prejuicios han acompañado el camino de Elvira Santiago, iniciando por ella misma. Comenzar algo nuevo siempre da aires de incertidumbre y esto pasó con Elvira. “La mayoría de las universidades fijan un límite de edad para ingresar, a mis 50 desde luego que no lo creí, pues entiendo que mis demás compañeros son jóvenes que estudian acordes a su edad escolar”.


Su familia y personas externas también han cuestionado su decisión por estudiar. “Me dicen que soy muy grande para estudiar, que debería estar en casa cuidando a mis nietos, incluso los choferes de las combis dudan en recogerme y cuando lo hacen me preguntan si iré a limpiar la escuela o vender algo”.
Ante la pregunta si consideraba dichos comentarios como discriminatorios, los calificó más bien como ignorancia, esperando que este reportaje deje en las personas la enseñanza de que nunca es tarde para aprender, como así lo hicieron una pareja de 64 años, egresada de la primera generación y una persona más de la tercera.
El hecho de que no la recojan las combis ha sido una dificultad más no un obstáculo, Elvira camina ocho kilómetros diarios de ida y vuelta de su casa a la universidad, un recorrido aproximado de 40 minutos, lo que realiza contenta pues menciona le ha servido además como ejercicio.
Si bien el ámbito económico muchas veces es un reto de los universitarios, Elvira Domingo considera que la universidad Benito Juárez ha sido muy flexible, por ejemplo, no se cobra cuota de inscripción y luego de haber cursado el primer semestre todos los alumnos son acreedores de una beca de dos mil pesos al mes. En su caso, tras una solicitud le dieron permiso de vender refrigerios a los demás estudiantes, lo que refleja su espíritu emprendedor.

Las Universidades para el Bienestar son una política pública instaurada en el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador que buscan garantizar el acceso a la educación en zonas marginadas. Mediante un exhaustivo análisis se escoge la carrera a impartir que se liga a las necesidades de la región en donde se ubica, con la oportunidad de incrementar más carreras al subir la demanda.
Elvira menciona que no creía que realmente le fueran a dar dinero “por estudiar”. Mencionó que ella pertenece a una generación de los años 80 y 90 donde las becas eran muy selectivas., por eso es que reconoce la importancia de las becas como incentivos para la educación, puesto que son un respaldo para seguir estudiando, como el caso de algunos de sus compañeros. quienes pueden apoyarse de ese recurso para pagar sus pasajes, ya que acuden desde municipios vecinos, sin embargo, ella se ha topado con jóvenes que “sólo van a la universidad por la beca”, por lo tanto, considera que si bien el acceso universal a las becas es bueno esto debería condicionar su continuidad, para que los becados tengan un incentivo genuino por estudiar y no solo “mal cumplir” su semestre.


Elvira convive diariamente con jóvenes y menciona que no hay respeto entre las nuevas generaciones, encuentra un contraste grande en la universidad en comparación a cuando fue estudiante. “Ya no hay jerarquías, pasan por encima de sus maestros porque también son jóvenes, es algo lamentable, pero no soy su mamá, aunque considero que los papás de esos muchachos son de mi generación, algo hicimos mal y creo que es darles todo o una vida más fácil que nosotros, pensando que así iban estar mejor”.
Reflexionó además que estos estudiantes terminaron sus estudios de preparatoria en línea, por lo que se le puede atribuir que haber estudiado de manera aislada cambió su modo de relacionarse. “Es conflictivo trabajar con ellos en equipo, desde luego hay jóvenes que no”. “Mi consejo es que los padres estemos atentos de nuestros hijos y les enseñemos a incluirse en la comunidad, porque hoy en día no se comprometen ni con sus parejas”.
Además de las diferencias generacionales en el comportamiento, menciona la estudiante universitaria que la tecnología la superó, “me da miedo, lo admito, pero en mi camino hay compañeros y profesores que me han asesorado, por ello sé que la falta de conocimiento no es una limitante para superarnos, la limitante es la flojera por aprender, el cerrarnos no nos permitirá experimentar y aprender”.

“El área de agronomía era algo nuevo para mí, pero los docentes tienen mucha vocación y conocimiento, es satisfactorio ser estudiante de ellos, más en una comunidad como Chilcuautla donde también hacen falta los conocimientos técnicos a los campos, pese a la vasta experiencia de los productores locales”. Dijo que hoy a cinco semestres concluidos le apasiona tener conocimientos referentes al campo, sus procesos y normativas. “Si todos los estudiantes nos comprometemos a compartir estos conocimientos tendremos un mejor municipio e incluso un mejor estado”.
Entusiasmada, Elvira Domingo comentó que en este proceso de aprendizaje ha adquirido nuevas metas, ella cree en la sustentabilidad, por lo que con los conocimientos adquiridos de la UBBJ espera ser autosustentable. “Ahora sé cultivar un huerto, aprovechar los rayos del sol a través de un secador solar, un biodigestor, etc. De todas estas ecotecnologías pueden ser hechas nuestras casas”. Espera además retribuir al municipio de Chilcuautla de alguna manera, quizá dando cursos como ingeniera en procesos agroalimentarios.
Concluye con que la Universidad para el Bienestar es un proyecto de nación acertado y que a cuatro años de su instauración en el municipio de Chilcuautla ha rendido frutos, por lo que está convencida que más inversión a esta institución sería conveniente, “hace falta un laboratorio para prácticas, maquinaria para la producción de alimentos, un microscopio, etc”.