• Jue. Oct 10th, 2024

El Huarache

Voz y Huella del Mezquital

María González Chávez es una artesana admirable

* Te invito a conocer su historia.

María González Chávez, una mujer de 69 años y vecina de la comunidad de Los Ángeles, del municipio de Alfajayucan, ha dedicado 49 años de su vida a elaborar sombreros de tornillo, una prenda representativa del Valle del Mezquital.

Cada sombrero que Doña María elabora requiere tres días de trabajo minucioso. Teje y cose cada uno con dedicación, utilizando palma, una materia prima que obtiene de su entorno. Con los sobrantes de la palma también fabrica limpia comales, un objeto más sencillo que realiza con habilidad: enreda, amarra y está listo.

Mientras sus manos hábiles trabajan la palma, Doña María también cuida de cinco chivos y recoge frutos silvestres que complementan su alimentación, misma que se basa en productos básicos que adquiere en el mercado.

Los lunes son días importantes para ella, pues se traslada a la ciudad de Ixmiquilpan, donde, en el tradicional tianguis, coloca sus sombreros sobre un naylon o ayate en la avenida Juárez, junto a donde venden la bebida conocida como Los Espíritus.

A pesar de ofrecer sus sombreros a un precio muy bajo, a veces sólo logra vender uno o dos en todo el día. En un buen lunes puede llegar a vender hasta tres sombreros, lo que representa su mayor ingreso.

A pesar de los bajos precios y el considerable esfuerzo que implica la elaboración de cada sombrero, Doña María apenas obtiene entre 50 y 100 pesos de sus ventas, lo que destina a la compra de algunos jitomates y chiles. Sin embargo, el valor de su trabajo no se mide en pesos, sino en la preservación de una tradición que ha sido parte integral de su vida y de su comunidad.

Doña María es viuda y se mantiene sola, complementando sus ingresos con el apoyo del gobierno para adultos mayores. Tiene cinco hijos, quienes también enfrentan dificultades para subsistir, viven del campo según las temporadas de trabajo y los cultivos de temporal.

A pesar de estas adversidades, ella no se rinde. Hace tres semanas, Doña María sufrió una caída que le fracturó la mano. Recurrió al «huesero» de una comunidad cercana para que le sobara la mano, y aunque está en proceso de recuperación, aún siente dolor. Además, padece de diabetes y debe inyectarse insulina cada tercer día.

La vida de Doña María González Chávez es un reflejo de la vida de muchas mujeres originarias de las comunidades de Los Ángeles, San Antonio Tezoquipan y Nexni, quienes se reconocen por sus labores tradicionales, motivo de orgullo para los habitantes de gran parte de la región.