*Mtro. Ricardo Pedro Guinea Nieto
La humanidad se ha reflejado a través de la historia de aprovechar el raciocinio de cada uno, así como de sus habilidades; existieron especialistas en cazar, en cultivar, por eso dejaron de ser nómadas (tribus errantes).
La competencia no es mala, sino al contrario también es favorable, puesto que enseña a cada quién sus potenciales, ya sea físicos o intelectuales.
Dentro de cualquier familia, siempre va a existir una competencia entre los hijos, porque cada uno de nosotros somos buenos para diferentes cosas, así puede alguien ser un excelente futbolista, un excelente corredor, un apasionado matemático, un escritor, un narrador, un obrero calificado, un profesionista destacado, un excelente profesor, un muy buen agricultor o ganadero, cada quien puede conocer sus fuerzas o debilidades.
El problema está, cuando no te gusta nada y tu fuerte es divertirte y descansar.
En esos casos, aun cuando sean tus familiares, se cansan de esas actitudes, porque todos quisiéramos descansar y divertirnos, pero obviamente no es posible, alguien tiene que hacer reparaciones, procesar productos para supermercados, atender o despachar, sembrar semillas o árboles frutales, criar ganado, en fin, nada es gratis en esta vida.
Ahora bien, la competencia sana entre la gente, ayuda a fortalecer y perfeccionar las habilidades, destrezas y el propio conocimiento de las personas, ya que el buscar un mismo objetivo o alguna meta en común con otros, hace que busquemos siempre mejorar todo aquello que realizamos.
Algunas actividades como ejemplos en donde la competencia humana se puede observar, sería en los deportes (obtener una medalla), en el trabajo (subir de puesto) y hasta en la escuela (sacar buenas calificaciones); lo importante es saber qué queremos lograr y esforzarnos siempre para poder alcanzarlo.