* Algunos cultivos se convierten en alimento para los animales.
El Fithzi, Ixmiquilpan Hidalgo, 7 de junio de 2025. Margarito Martínez, agricultor desde hace más de tres décadas, observa resignado cómo su espinaca comienza a marchitarse en el campo y lamenta que ya no hay compradores. “Antes venían desde Actopan, Progreso, Mixquiahuala y hasta de Tula, pero ahora nada”.

La situación para productores como don Margarito se ha vuelto cada vez más incierta. Con la caída en la demanda de compradores foráneos, los llamados coyotes (intermediarios que compran directamente en el campo) han llenado el vacío, pero no siempre es garantía de venta. “A veces hay demasiada espinaca, o lechuga, o acelga… y simplemente no la compran. Y uno ya perdió tiempo y dinero”, explica.
La espinaca, uno de sus cultivos más abundantes, está a días de perderse por completo. “¿Quién la va a vender? ¿Yo? ¿Y quién trabaja la tierra?”, se pregunta con ironía. Como muchos productores de la región, Margarito enfrenta la disyuntiva diaria entre cultivar o comercializar, sin el apoyo de una red que le permita hacer ambas cosas.
Cuando el producto no se vende, no hay mucho por hacer. “No queda otra más que meter la rastra y dejar que la planta se pudra”, dice. En el mejor de los casos, la verdura se usa para alimentar animales.
Al preguntarle por qué cree que ya no vienen compradores de fuera, su respuesta es honesta y confusa a la vez: “Es lo mismo que nos preguntamos nosotros”. Luego, tras una pausa, menciona un factor que muchos prefieren evitar: la inseguridad.
Y a pesar de todo, Margarito sigue. Paga renta por la tierra, combate el salitre y abona con productos orgánicos. Se niega a usar fertilizantes químicos porque, dice, “la calidad se nota, aunque nadie la pague”.
Huarache Hidalgo, Informando.