En la ciudad de Zimapán, a pocos minutos del centro y cerca de la iglesia de San Juan Bautista, se encuentra El Sabino, un majestuoso ahuehuete (Taxodium mucronatum) con más de 500 años de historia. Este árbol, también conocido como ciprés mexicano, no solo ha sido testigo del paso de generaciones, sino que también da nombre al parque donde se ubica.
Aunque rodeado de otros árboles más jóvenes, El Sabino sigue siendo el emblema de este espacio natural, albergando en su tronco y ramas innumerables recuerdos de los zimapenses.
A pesar de su longevidad y de las historias que lo rodean, El Sabino enfrenta un preocupante deterioro. En la actualidad, su tronco seco y su follaje marchito contrastan con la imagen de un árbol que, hace poco más de una década, aún era frondoso e imponente. Según vecinos de la comunidad, la escasez de agua y el aumento de las temperaturas han sido factores determinantes en su debilitamiento.
“Aún se puede ver una rama viva”, comenta un poblador con esperanza, mientras señala los pocos retoños que aún resisten. Hace algunos años los habitantes intentaron rescatarlo mediante riegos con pipas de agua, logrando pequeños avances, sin embargo, diversos intereses impidieron que estos esfuerzos continuaran. También se han realizado intervenciones gubernamentales, con la presencia de biólogos y especialistas, pero hasta el momento no se han visto resultados significativos.
Más allá de su importancia ecológica, El Sabino es un árbol cargado de simbolismo para la comunidad. Conocido también como «el árbol del amor», ha sido el escenario de incontables historias de parejas que se reunían bajo su sombra.
Los adultos mayores de Zimapán recuerdan con nostalgia cómo en su infancia jugaban entre sus ramas, colgando trapos o trastes para asustar a la gente, y cómo en su juventud se escondían detrás de su imponente tronco con sus enamorados.
«Ese árbol, qué no ha visto», comentan los vecinos con melancolía. «Si el árbol hablara», agregan, evocando los relatos que han pasado de generación en generación. Se dice que incluso en tiempos de la Revolución, el Sabino fue testigo de encuentros y sucesos que han quedado inmortalizados en la memoria del pueblo.
Los más ancianos del municipio recuerdan que, en el pasado, una barranca pasaba justo a los pies de El Sabino, proporcionándole la humedad y nutrientes necesarios para su desarrollo, sin embargo, cuando el curso del agua fue desviado, el árbol comenzó a resentir la falta de su fuente natural. Con el tiempo, las sequías extremas que han afectado a México en los últimos años terminaron por debilitarlo aún más, llevándolo a su estado actual.
Si deseas conocer El Sabino, puedes visitarlo en el parque que lleva su nombre, ubicado a solo cinco minutos a pie desde el centro de Zimapán. El acceso es gratuito, aunque, por seguridad y para proteger lo que queda del árbol, actualmente no es posible acercarse directamente a él, ya que se han colocado cercas y letreros de advertencia.
El parque sigue siendo un lugar ideal para descansar bajo la sombra de otros árboles, sentarse en una banca y admirar la historia viva que representa este icónico ciprés mexicano.