Dulce Adriana Hernández Arellano es una artista visual que adoptó el gusto por el arte gracias a su papá, el artista Antonio Hernández Hernández, así que toda su vida estuvo rodeada de arte, y desde los 6 años, aproximadamente, su papá le enseñó a pintar, tocar flauta (más adelante otros instrumentos), a danzar y hacer actuación.
Poco a poco el arte se fue convirtiendo en una parte muy importante de su vida, hasta la actualidad. Dulce cree firmemente que gracias al arte es la persona que es hoy en día, puesto que el arte es algo que nos hace más humanos y unidos a la naturaleza y al amor.
El arte le ha dado libertad, emoción, sensibilidad, le ha hecho sentir tantas emociones mientras se va conociendo así misma. Dulce ha hecho arte con sus alegrías y también con sus dolores.
Su papá era profesor de arte en secundarias y primarias, con el sistema de educación que existía antes impartía clases de música, danza, teatro y artes visuales, después de la reforma educativa sólo daba clases de música y tenía una estudiantina. La reforma fue algo negativo puesto que hubo y hay muchos niños y adolescentes con talentos diferentes a los socialmente aceptados, que crecen creyendo que no son buenos para algo, solo porque no son buenos en matemáticas, cuando quizás sean grandes actores, pintores o danzantes.
Dulce tiene dos áreas en el arte que son su pasión, éstas son la pintura (artes visuales) y la música. La música la disfruta mucho, pero sin duda alguna al momento de ponerlo en práctica la pintura es el área que más disfruta, es como si el pincel y el lienzo la abrazaran y la protegieran del mundo exterior.
Tiene varios artistas a los que ella admira y le han inspirado, el primero de ellos es su papá, que fue quien la acercó al mundo del arte. Ahora, refiriéndose a otros artistas reconocidos, ella refiere que de cada uno tomó lo que le gusta, por ejemplo le gusta lo bizarro y surreal de Leonora Carrington, Remedios Varo y Salvador Dalí, las pinceladas de Monet y Van Gogh, lo oscuro de Caravaggio, la intensidad de Basquiat, los secretos de Da Vinci, solo por mencionar algunos, pero en algún momento le gustaría pintar algo tan increíble y significativo como Remedios Varo
Más que como una artista o pintora, le gustaría ser recordada como Dulce, la maestra de arte. Le gustaría brindarle a los niños y a las personas en general las herramientas para crear, la libertad de expresar y plasmar el amor y pasión por el arte, la sensibilidad que en el camino del arte se va adquiriendo, tal como su papá que como maestro logró inspirar y guiar a muchos amigos que ella tiene actualmente.
Le gustaría ayudar a los demás a encontrar su camino hacia el arte, o bien, simplemente acercar a las personas al arte para que puedan descubrir la importancia del mismo.
Cree firmemente que el arte nos hace más humanos, más empáticos, más sensibles y a su vez más fuertes, al grado de poder encontrarnos en el camino. Cree que se le debería de dar más seriedad al arte en la educación, puesto que además de enseñarnos tanto, también nos ayuda a formarnos como personas y formar una identidad. Si bien el arte “no enriquece” o “no produce” en cuestión económica en la sociedad, nos enriquece culturalmente, es una forma en la que se va dejando huella a través del tiempo. El arte siempre ha existido y seguirá existiendo hasta el fin de los tiempos, así cómo estuvo desde el inicio de la humanidad. Expresar es una necesidad humana. Le parece poético cada forma de expresión artística a través del tiempo, cómo va en constante cambio sin perder el objetivo que es expresar una idea o sentimiento, y poder enseñar las herramientas y técnicas que ha adquirido durante todo este tiempo.
Actualmente Dulce está trabajando en un proyecto de arte en el CAM (Centro de Atención Múltiple) en Actopan y en Fundación Milka Pachuca, en el que se ha dado cuenta de la sensibilidad que las personas con discapacidad tienen al arte, tanto para crearlo como para aprecia