• Mar. Mar 11th, 2025

El Huarache

Voz y Huella del Mezquital

Mujeres de Zimapán rompieron barreras para convertirse en transportistas

* Por años, un sector apropiado únicamente por hombres.

Flor Beltrán Resendiz, de 35 años de edad y originaria de El Barrón, ha enfrentado innumerables adversidades a lo largo de su vida. Su determinación por triunfar la han llevado a superar cada obstáculo.

Su historia, que podría parecer sencilla, es el reflejo de una madre soltera que ha tenido que esforzarse al máximo para sacar adelante a su familia. Ella forma parte de la estadística de madres solteras, lo que la motiva a dar el 200% de su esfuerzo para salir adelante.

El apoyo de su padre, sus tres hermanas y sus hijos fue clave para que Flor emprendiera su camino como manicurista, derivado de su formación profesional adquirida en 2019.

Aunque su padre era una persona de carácter fuerte, no la dejó sola, incluso contra su voluntad. Fue él quien le ofreció un local en renta para que pudiera desarrollar su negocio de manicura. Aún recuerda las palabras claras de su padre: «Te rento el local, para ver si de tus uñas va a salir para pagar la renta.»

Poco a poco las clientas comenzaron a llegar y Flor se vio impulsada a seguir creciendo. En un momento de necesidad, al decorar la fiesta de uno de sus hijos descubrió su talento para la decoración de globos y centros de mesa. Así, su negocio no solo incluyó servicios de manicura, sino también el arte de la decoración.

En 2022, el fallecimiento de su padre cambió el rumbo de la familia. Flor y sus hermanas se vieron frente a una difícil decisión: seguir con el negocio de transporte de carga que su padre había consolidado con mucho esfuerzo o vender los camiones y seguir adelante con sus vidas.

A pesar de las múltiples ofertas que recibieron para vender sus camiones a otros transportistas, las hermanas Beltrán decidieron tomar las riendas del negocio familiar. Hoy en día, ellas son el único grupo de mujeres que se dedica al transporte de carga en Zimapán, un logro que no sólo refleja su fortaleza, sino también su capacidad para romper barreras.

La duda sobre su capacidad como mujeres en un entorno tan masculinizado fue una barrera inicial. Además, Flor nunca había manejado un camión, lo que hizo la tarea aún más desafiante, pero ella y sus hermanas no se rindieron, aprendieron sobre mecánica, sobre cómo operar los camiones, y se enfrentaron a cada obstáculo con determinación. Aunque los hombres del sector las miraban con escepticismo y comentaban sobre su falta de conocimiento, esto no las detuvo.

La confianza en sí mismas y las enseñanzas de su padre de nunca rendirse les han permitido sobresalir. Hoy en día las hermanas Beltrán siguen adelante, llevando con orgullo el legado de su padre y demostrando que el empoderamiento femenino no tiene límites.